lunes, julio 10, 2006

EL ELEFANTE ENAMORADO





















Esta leyenda explica una de las pinturas rupestres más originales de Asturias, el elefante enamorado, que decora la cueva del Pindal en Pimiango, concejo de Llanes.

Hace mucho tiempo, cuando los hielos cubrían Europa, llegaron a Asturias grandes animales como los mamuts. Los primitivos pobladores organizaban cacerías multitudinarias valiéndose de palos afilados y flechas. Sin embargo estos medios rudimentarios no eran efectivos con los grandes mamíferos, por lo que idearon unas trampas, que en Asturias reciben el nombre de caleyos.

Estas trampas consistían en grandes agujeros llenos de estacas aguzadas. Sobre los hoyos se ponía una tapa de palos y hojarasca para engañar a los animales.

En una ocasión, los turullos de los vigías avisaron de la presencia de una pareja de mamuts en las cercanías de la cueva del Pindal. Toda la tribu acudió a la llamada y se escondieron esperando la señal del hechicero para entrar en acción.

La estrategia era sencilla, el grupo tenía que situarse detrás de los animales haciendo mucho ruido de forma que los asustasen y cayeran en la celada.

La pareja de mamuts se separó y, mientras el macho embestía a los alborotadores, la hembra se dirigía inexorablemente hacía el foso. Cuando quedó atrapada el macho lanzó un gran alarido de rabia dirigiéndose a la carrera a la cueva del Pindal de donde jamás saldría.

Su corazón enorme se petrificó, y su imagen grabada quedó como símbolo de la cruel lucha por la supervivencia.

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